Años atrás el salmón era un pescado que no todos conocían y se consideraba como un platillo de lujo por su excesivo precio, pero los últimos años, al menos en Costa Rica, el conocimiento de sus propiedades y beneficios nutricionales, así como su mayor disponibilidad han hecho que sea un alimento más consumido. Es un producto importado pero se puede encontrar con facilidad en supermercados y marisquerías, ahumado o fresco. Su precio sigue siendo alto en comparación con otros pescados que se producen en nuestro país pero por su sabor y beneficios es buscado por muchos.
Su carne tiene la particularidad de ser más fibrosa, porque el salmón nada contra corriente cientos de kilómetros para reproducirse. Su color intenso llama mucho la atención, sobre todo para darle vida a muchas de nuestras comidas. Hay variedades de salmón dependiendo de su origen pero su color ayuda a diferenciarlos, típicamente es rosado pero hay algunos más anaranjados y otros más rojos, estos últimos son más grasosos, pero sus grasas son beneficiosas para la salud.
El salmón es rico en Omega- 3 una grasa esencial (el cuerpo no puede producirla por sí solo, debe consumirla en los alimentos) que contribuye a disminuir los niveles de colesterol y triglicéridos elevados, y además aumentan la fluidez de la sangre, lo que previene la formación de coágulos, manteniendo saludable el corazón, el cerebro y las articulaciones, mejorando nuestra salud.
La riqueza de la grasa del salmón hace que aporte vitaminas como la A y la D. Además es una fuente de vitaminas del complejo B entre la que destaca la vitamina B12, más común en las carnes rojas.
- La vitamina A contribuye al crecimiento y reparación de las mucosas de la piel y otros tejidos, además favorece la resistencia a infecciones y es necesaria para un buen desarrollo del sistema nervioso.
- La vitamina D regula los niveles de calcio en sangre y favorece la fijación de este a los huesos.
- La vitamina B12 ayuda a la formación de glóbulos rojos en sangre y al buen funcionamiento del sistema nervioso.
El salmón es una fuente de proteína de alta calidad y es fuente minerales como el magnesio, selenio y yodo, su contenido medio de hierro es inferior al de la mayoría de los pescados. Al igual que pescados azules, el salmón es rico en purinas que en el organismo se transforman en ácido úrico, por lo que si padeces de ácido úrico elevado (hiperuricemia o gota) es mejor que limites su consumo pero tampoco es necesario que lo elimines de tu dieta.
El salmón se puede comprar entero (fíjate que sus ojos estén brillantes para garantizarte que está fresco), en filete, fresco (debe tener la piel suave y húmeda), congelado, enlatado o ahumado (asegúrate de chequear la fecha de vencimiento).
Si no te lo puedes comer en los siguientes dos días, es mejor congelarlo. Pero si lo descongelas no podes volver a congelarlo. Si lo compraste con la piel, es mejor dejársela para cocinarlo, ya que entre la piel y la carne hay una capa de colágeno que le resalta su rico sabor.
El salmón es muy versátil, puede cocinarse o puede consumirse en crudo como en ceviche o sushi. Mientras menos grasa y condimentos le añadas a la hora de prepararlo, más vas a aprovechar sus beneficios y su rico y particular sabor.
Fotografías por Natalia Salazar