“ Buena alimentación ” este concepto es muy relativo y va a depender de muchísimos factores, algunos yo les llamo factores internos y otros externos.
Dentro de los internos están: la percepción que yo tenga de mi imagen corporal, mi estado nutricional, mi autoestima, ciclos de sueño, función del metabolismo y mi estado físico. Dentro de los factores externos están: los lugares a los que tengo acceso para comer, mi horario de trabajo o estudio, el tipo de ejercicio o actividad física, intensidad y frecuencia con que lo realice. Y acá es donde vamos a desarrollar este artículo ya que en muchísimas ocaciones cuando una de nuestras metas es “sentirnos bien” o “mejorar nuestro estado nutricional” podemos caer en una alimentación poco saludable y balanceada por ser muy restringida y que a su vez no va a ser efectiva para perder peso ni para rendir bien físicamente durante el ejercicio, e incluso puede llegar a afectar nuestras actividades cotidianas y rendimiento intelectual.
Al realizar ejercicio vamos a gastar energía (se mide con calorías), y la única forma en la que obtenemos energía es a través de los alimentos por lo que en muchísimas ocasiones cuando queremos bajar de peso o disminuir esa“energía acumulada” (grasa corporal) creemos que si disminuimos muchísimo las calorías que comemos y aguantamos hambre vamos a “quemar esa reserva”, cuando en realidad deberíamos comer con una frecuencia entre 3 a 4 horas, de forma tal que la energía la vayamos consumiendo poco a poco y al mismo tiempo gastándola en el proceso de digestión y a la hora de hacer ejercicio. Si nos sometemos a dietas muy bajas en calorías y hacemos mucho ejercicio, no vamos a consumir suficiente energía para la actividad física que estamos realizando. Al principio se baja de peso, pero tarde o temprano, va a llegar un momento en el que lo poco que comamos el cuerpo lo almacenará como grasa para crear una “reserva de energía”.
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Dentro de los 15-25minutos posteriores al ejercicio nuestro organismo se vuelve más receptivo a los nutrientes que consumamos, por lo que, dependiendo del tipo de ejercicio, intensidad y duración, así como de nuestro objetivo, va a ser necesario realizar una merienda que nos ayude a recuperar.
Por ejemplo si tu objetivo es ganar masa muscular vas a requerir reponer azúcar y proteína para que se de una adecuada recuperación del músculo. Con mucha más razón cuando ya hemos alcanzado nuestra meta de “bajar de peso” pero nos enamoramos de hacer ejercicio por que nos hace sentir bien también a nivel emocional.
Otro factor que va muy de la mano con la alimentación, el cual es muy importante al hacer ejercicio es la hidratación. En algunos tipos de ejercicios como las carreras por ejemplo, el agua, a pesar de ser vital, va a requerir de acompañantes que nos ayuden a recuperar electrolitos que perdemos junto a la energía, y al igual que con la alimentación la cantidad de estos minerales como potasio o sodio pueden hacer una diferencia en mi rendimiento. Asesorarte en este tema también puede hacer una diferencia muy grande en alcanzar tus metas.
Mi recomendación siempre es y será que si buscás “alimentarte bien” y te gusta o querés hacer ejercicio para alcanzar una meta en específico, o simplemente, lograr un mejor balance, busqués a un profesional en nutrición que te haga un plan personalizado, tomando en cuenta todos los factores que te mencioné al inicio de este artículo. No tengás miedo si te recomiendan comer más de un alimento, o hacer un tiempo más de comida. Muchas veces la clave está en el tipo y la cantidad de alimentos que consumimos, y obviamente en el aporte de nutrientes que estos nos den.
Si querés sacarle el máximo provecho al ejercicio que realizas no tengás miedo de comer. Al contrario, buscá la asesoría de un profesional en nutrición que te oriente en cuanto a cómo debería ser tu alimentación y tu hidratación para que podás alcanzar tus metas y tener un estilo de vida saludable.