El autocuidado no es solamente comer de manera saludable, hacer actividad física y dormir bien, el autocuidado también es velar por tu salud mental, ponerte como prioridad y saber decir que no. Con la ayuda de dos psicólogas desmenuzamos las razones por las cuáles para algunos resulta un problema lidiar con la negación. Además, enlistamos seis acciones para identificar este comportamiento.
Erika Rojas R.
Empecemos por lo más básico: ¿Por qué nos cuesta decir que no? “Casi siempre está relacionado con problemas de autoestima. Las personas a las que les resulta difícil decir que no se sienten inconformes con ellas mismas, no reconocen su valor propio, tienen conflictos con establecer límites, no se ponen como prioridad, no tienen conciencia de su ser y de lo que son”.
Así lo explica Graciela González, psicóloga cognitivo conductual y especialista en evaluación y rehabilitación neuropsicológica. No saber decir que no “es una reacción a trastornos como tales, a padecimientos situacionales o a malos hábitos”, agrega.
Coincide con ella Ericka Guerrero, especialista en psicología clínica y en psicoterapia humanista integrativa, quien considera que lidiar con la negación puede estar asociado a una “necesidad de aceptación”.
Para muchas personas este padecimiento no es tan sencillo de identificar. “Llegan a consulta porque su cansancio es demasiado, porque sienten que se esfuerzan por hacer todas las cosas y no encuentran un equilibrio. Pero por debajo hay sobrecarga de trabajo, compromisos sociales y muchos temas familiares y de pareja por resolver. Y no lo ven tan claro porque socialmente es super aceptable cuando una persona se muestra sin problemas, llevadera, agradable, siempre dispuesta y nunca dice que no”, opina Ericka Guerrero.
¿Cuántas veces has estado en un lugar en que no querés estar solamente por complacer a alguien? ¿Cuántas veces dejaste de hacer lo que más querías por comprometerte con un plan ajeno? ¿Cuántas veces has llegado tarde a casa por ir a esa fiesta a la que no tenías ganas de ir? Los ejemplos son muchos y lo más importante es comprender si son situaciones aisladas, o si toda tu vida gira en torno a la de los demás, porque si es así, hay un problema.
“Mi hipótesis es que, en muchas cosas, desde que uno es pequeñito le están diciendo constantemente que sea práctico para los demás, que salude, que no incomode. O el típico ejemplo de ‘vaya recoja el cuarto’, y el niño pregunta ‘¿por qué?’, y la respuesta es ‘porque yo digo, o porque yo quiero’. Lo que el niño quiere en ese momento tiene cero valor. ¿Por qué no se puede tener un diálogo con un niño de siete años? Si no se hace, estamos minimizando al niño y entonces ¿cómo va a construir un carácter y su amor propio si lo que quiere no es válido?”, explica Graciela González.
Además de la forma en la que fuimos criados, afecta también el contexto o la cultura en la cual nos desarrollamos. Según Ericka en un país como Costa Rica, esto es un tema particular. “Aquí, y en muchos países de Latinoamérica, tenemos la idea de que somos muy delicados. Cuando alguien nos dice algo de manera directa, decimos ‘qué grosero’, y en realidad nadie está siendo grosero, pero nuestra cultura nos hace verlo de esa manera”.
¿Cómo lidiar con esto y al mismo tiempo mantener relaciones sanas con los demás? Hay que tener claro que aprender a decir que no, o ponernos como prioridad “no significa que no me importe lo que la otra persona piense, se trata de que no podemos vivir para complacer a los demás, no podemos tratar de cumplir las expectativas de las otras personas”, recalca Graciela.
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La comunicación asertiva es clave para cultivar relaciones sanas y ser sinceros con las personas que nos rodean sin que eso nos haga sentir mal. Se trata de “aplicar la inteligencia emocional, cuidar al otro y cuidarme yo”, afirma Ericka.
¿Cómo identificar si soy una persona a la que le cuesta decir que no? Estas son algunas ideas que Graciela nos sugiere revisar.
- Si todos los días me quejo por algo, hay que prestar atención y encontrar el por qué. Si tomamos decisiones sanas y nos ponemos como prioridad no deberíamos quejarnos tanto.
- Si nunca tengo tiempo para leer, ver series o hacer lo que quiero, ¿en qué estoy invirtiendo todo mi tiempo libre?
- ¿Estoy feliz con mi vida o constantemente estoy anhelando otra cosa? Si estoy haciendo cosas que no quiero hacer o que no me hacen feliz probablemente no estoy decidiendo por mí.
- “Esto no era lo que yo quería comer”, “esta no es la forma en la que me gustaría vestirme”, “a mí me gusta entrenar en la mañana, no en la noche”. Si alguna de estas frases resuenan en mi cabeza, es probable que esté tomando decisiones basadas en un diseño de vida que no es el que quiero.
- Si soy una persona nocturna, tengo un trabajo que es de 8 a. m. a 5 p. m., y me duermo a las 3 a. m., probablemente lucharé demasiado por despertar cada mañana. ¿Por qué no buscar un trabajo que vaya con mis deseos?
- ¿Cada decisión que tomo viene después de un pensamiento crítico? Si no es así, es muy fácil dejarnos llevar y no ponernos en primer lugar.
Finalmente, no dudés nunca en buscar ayuda profesional para trabajar en tu salud mental.