Un trastorno de la conducta alimentaria es una enfermedad mental que puede ser muy perjudicial para la salud, emociones y vida social de quien lo padece. Si te sentís identificada con alguna de las características que exponemos en esta nota, buscá ayuda profesional.
Erika Rojas R.
“Todo empieza pensando en algún alimento que me niego a mí misma cuando hago dieta. Muy pronto se convierte en un intenso deseo de comer. Al principio, comer supone un gran alivio y bienestar, y siento cómo mejora mi ánimo. Pero luego no puedo parar y como compulsivamente. Como y como frenéticamente hasta que estoy totalmente llena. Más tarde, me siento culpable y muy mal conmigo misma”.
Lo anterior es una cita que aparece en el libro La superación de los atracones de comida, del psiquiatra e investigador británico Christopher Fairburn, quien se ha especializado en analizar, evaluar y tratar los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
Un TCA es una enfermedad mental que tiene que ver con la manera en la que se relacionan las personas con la comida y puede ser muy perjudicial para su salud, sus emociones y su vida social. Estos problemas para controlar la alimentación afectan a las personas independientemente de su edad, género y peso. Los tres tipos más comunes de TCA son anorexia nerviosa, bulimia nerviosa e ingesta compulsiva o atracones.
“Para muchos es fácil juzgar y decir ‘qué raro que esta persona no quiera comer’ o ‘qué raro que coma tan impulsivamente’. Pero un TCA es una enfermedad mental, y como tal puede llegar a tener complicaciones médicas. Quienes lo padecen tienen dificultades para aceptarse a sí mismos de manera física y moral”, explica Ana Elena Vargas, nutricionista y máster en TCA y obesidad de la clínica Nutrición y Movimiento.
Rocío Azofeifa, psicóloga especialista en TCA y obesidad, añade que la complejidad del tema hace necesario trabajar junto a profesionales en psicología y nutrición en cualquier caso en el que haya una relación complicada con la alimentación.
“Un TCA no es una llamada de atención, ni es algo que la gente escoge, viene de predisposición genética. Pero a diferencia de otros trastornos mentales, los TCA son de los pocos que sí tienen cura, la persona que lo padece sí se puede recuperar. Por otra parte, es importante saber que no siempre estamos ante un caso de TCA pero sí de una conducta alimentaria desordenada. Mi recomendación, siempre, es buscar ayuda de un profesional especialista en este tema”, afirma.
Las personas con anorexia nerviosa viven con temor a ganar peso o engordar, comen muy poco, tienen un peso corporal muy bajo y se ven gordas a pesar de estar delgadas. Las personas con bulimia nerviosa ingieren grandes cantidades de comida, sienten que pierden el control para dejar de comer, por lo que se dan atracones; vomitan, usan laxantes o diuréticos y hacen ejercicio en exceso como medidas compensatorias; se juzgan a sí mismas basándose en su aspecto corporal y en su peso. Mientras que quienes tienen un trastorno por atracón comen demasiado y sienten que pierden el control para dejar de comer, incluso cuando no tienen hambre, y es común que tengan sobrepeso.
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¿Por qué ocurre esto?
Son muchos los factores que pueden desencadenar un desorden en la manera en que nos alimentamos. Desde su experiencia, Rocío Azofeifa considera que los regímenes alimentarios son un factor común en los casos que ha visto. “¿Qué vemos en el día a día? Que el primer detonante es hacer dieta, ayunos o cualquier tipo de restricción alimentaria. Sabemos que las dietas son el principal detonante para que una persona presente un TCA”, sostiene.
Y la cultura de la dieta, en muchos casos, viene de la necesidad de alcanzar un número en la báscula que no está necesariamente asociado a un tema de salud, sino a cómo nos vemos y creemos que nos valora la sociedad.
“Vivimos en una sociedad donde la delgadez es super valorada. Parece que soy más valiosa cuando la gente me ve más delgada. La gente quiere que sea alta, pero no tanto; que sea delgada, pero no tanto; que sea musculosa, pero no tanto. Es un ideal que es imposible alcanzar, porque no existe (…). Debemos entender que mi valor como persona no depende de la forma de mi cuerpo. Todos tenemos un cuerpo diferente y eso no nos hace menos o más importantes”, sostiene la nutricionista Vargas.
Aunque poco a poco se han ido fomentando campañas para eliminar los patrones sociales sobre la apariencia física, lo cierto es que las dietas, y por ende los TCA, afectan a muchísimas personas.
“En la universidad todo en nutrición está centrado en el peso, en los macros perfectos, peso perfecto… pero luego nos damos cuenta de que estamos tratando con humanos, con emociones y sentimientos. Creo que ahora somos muchos los nutricionistas que no nos centramos en el peso a la hora de la consulta”, detalla Vargas.
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Prevención y tratamiento
“Después de un atracón me siento enfadada y asustada. El miedo domina en gran medida lo que siento. Me aterra el peso que voy a ganar. También me siento enfadada conmigo misma por permitir que vuelva a suceder. Comer compulsivamente hace que me odie a mí misma. Lo más duro después de un atracón es esperar a que amainen los efectos. Odio sentirme tan impotente e incapaz de hacer nada. A veces siento que podría abrir literalmente mi estómago y sacar toda la basura del interior, tan grande es el asco y la aversión. Al no poder hacerlo, los laxantes son la mejor opción”.
La cita, también del libro La superación de los atracones de comida, es una muestra de que los TCA deben tratarse desde la psicología y la nutrición.
Ana Elena Vargas considera que las siguientes son algunas de las características que podés analizar si considerás que tu mala relación con la alimentación en realidad podría ser un TCA.
- Le das demasiada importancia al control del peso.
- Te obsesiona contar calorías.
- Reaccionas mal cuando no podés mantener tu estructura de alimentación.
- Sentís descontrol al comer.
- Sos muy rígida y no permitís comer ciertos alimentos.
- Después de comer mucho compensas haciendo ejercicio.
- Te pesas todos los días.
- Tu estado de ánimo depende del número de la balanza.
- Te escondés para comer.
- Sentís insatisfacción con tu cuerpo.
Para diagnosticar un TCA es necesario la intervención profesional de un psicólogo y un nutricionista. “Desde el enfoque cognitivo conductual, que es la teoría comprobada científicamente para abordar estos casos, se trabaja en estabilizar emocionalmente al paciente para que tenga una conducta adecuada hacia la alimentación. Después pensamos en nutrir bien al paciente y en bajar el estrés y la ansiedad que le genera la insatisfacción con su cuerpo y su peso”, explica Rocío Azofeifa.
Para finalizar, desde el punto de vista de la nutrición, Ana Elena considera que lo primero que se hace en el tratamiento es eliminar las dietas. “Un TCA de ninguna manera se puede mezclar con una dieta. Necesitamos que la persona normalice todos los alimentos. Sería contraproducente recuperarse mediante la dieta keto, por ejemplo. No tendría ninguna lógica que le quite alimentos a una persona con anorexia, bulimia o atracones. No hay nada mejor para un atracón que la restricción. Es necesario que la persona coma y que coma de todo”.
Una encuesta realizada por la UCR en 2017 reveló que el 88.5% de la población encuestada comprende o ha oído hablar de los TCA; que el 19,2% conoce a alguien que presenta este tipo de padecimiento y que, tristemente, el 46,1% afirma que los desórdenes alimenticios son por pura vanidad, mientras que un 38,3% considera que quien tiene un desorden alimenticio es para llamar la atención.
No emitir opiniones sobre el cuerpo de los demás podría ser el primer paso para no juzgar y empeorar la lucha interna que libran cada día quienes tienen un TCA.
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